La novela de Marguerite Duras, El arrebato de Lol V. Stein, abrió un frente inédito en el feminismo francés.
Un primer feminismo, clásico, el representado por ejemplo por Simone de Beauvoir, se fundamentaba en la exigencia de que a las mujeres no les faltara nada de todo aquello de que los hombres disponen.
Marguerite Duras irrumpió, en particular con esta novela, hablando directamente a las mujeres desde la diferencia.
Si tradujésemos estos dos feminismos a las fórmulas de la sexuación lacanianas, diríamos que el del primer tipo se esfuerza en situar a la mujer en el lado izquierdo, presuponiendo un goce fálico que no debiera faltarle a nadie. Es un caso de aplicación congruente de la justicia distributiva.
El arrebato, o arrobamiento, de Lol V. Stein permitía dar consistencia, de escritura al menos, a otra relación de las mujeres con el falo: no aquella que las toma en referencia al todo y a la excepción, sino que las sitúa del lado del no-todo y las toma en cuenta “de una en una”. En todo caso, el personaje Lol V. Stein da testimonio claro y transmisible de lo que es la inexistencia del Otro y de cuál es la articulación de esa inexistencia con una exigencia de amor sin límites.
Hay que decir que la novela arrebató y sigue arrebatando a las mujeres que la leen.
La trama de la novela de Marguerite Duras proviene de un caso clínico. La escritora conoció a la paciente en persona en un hospital psiquiátrico, y estuvo entrevistándose largas horas con ella. El arte de Marguerite Duras fue extraer de la psicosis o, más exactamente, de un caso de erotomanía, elementos esenciales para el conocimiento de la sexualidad femenina.
El texto que Lacan escribió en homenaje a Marguerite Duras describe cómo el término de arrebato es aplicable a la novela según tres dimensiones, cada una de ellas trabada por un trío de personajes.
Recordemos que la novela comienza con la escena del baile, en la cual Anne-Marie Stretter (cuyo nombre podría leerse: A.Ma.S.) despoja a Lol V. Stein de su novio en vísperas de su boda. Le arrebatan la pareja.
La segunda dimensión es la posibilidad hallada por Lol de crear, tal como se crea un síntoma nuevo, otro trío, del cual ella formaría parte como la mirada que contempla de lejos cómo Jacques Hold, que por un momento ha sido su amante, está en una habitación con Tatiana desnuda, “desnuda bajo su cabello negro”. Lol ahí se hace arrancar a sí misma, en un esfuerzo por volver a su ser de tres, por recuperar el nudo mismo de lo que se podría llamar una existencia. (Para no caer en la nada)
El tercer arrebato es la captura que la novela de Marguerite Duras produce en el lector: ahí somos nosotros los que nos dejamos robar nuestra atención, hasta llegar al fin del texto donde nos damos cuenta que hemos sido el elemento tercero entre Marguerite Duras y su obra.
La propia Marguerite Duras quedó fascinada por el efecto producido en sus lectores. Ella misma quedó en el papel de mediadora entre el saber contenido en un síntoma psicótico y la curiosidad del público al que ella se dirigía como escritora famosa. Su arte le permitió, transmitir a la vez el saber de la construcción psicótica y burlar la censura para que el lector se erija ante lo que se presenta como un “caso clínico”. Marguerite Duras dijo: “lo que Lacan dijo de esa novela, nunca lo comprendí del todo”.
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¿Qué dijo Lacán de la novela? Entre un generoso discurso lo siguiente: Pienso que un psicoanalista sólo tiene derecho a sacar una ventaja de su posición, aunque ésta por tanto le sea reconocida como tal: la de recordar que en su materia, el artista siempre le lleva la delantera, y que no tiene por qué hacer de psicólogo donde el artista le desbroza el camino.
Reconozco esto en el rapto de Lol V Stein en el que Marguerite Duras evidencia saber sin mí lo que yo enseño.
Con lo cual no perjudico su genio al apoyar mi crítica en la virtud de sus recursos. Que la práctica de la letra converja con el uso del inconsciente, es lo único de lo que quiero dar fe al rendirle homenaje".
Lacan reconoció en ella un saber hacer por sí sola con su síntoma, a partir de su arte de escribir, que consideró no debía ser interferido por el saber psicoanalítico. Puntualmente, le dijo: "No debe saber que ha escrito lo que ha escrito, porque se perdería y significaría una catástrofe".
Según transmite Duras en su libro Escribir, esa frase la dejó estupefacta y se convirtió en "una especie de identidad esencial, de un derecho absolutamente ignorado por las mujeres".
Pienso que Marguerite Durás si sabía lo que ha dejado escrito.
Sergio Canadé a partir de textos de Antoni Vicens, Jacques Lacán y N.E.L
Marguerite Duras
óleo de Kess Van Dongen - Tango o Tango con el Arcángel -
abajo Marguerite fotografiada por José Donoso
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