[...] Y es que hay dos maneras de leer un libro: puede considerarse como un continente que remite a un contenido, tras de lo cual es preciso buscar sus significados o incluso, si uno es más perverso o está más corrompido, partir en busca del significante. Y el libro siguiente se considerará como si contuviera al anterior o estuviera contenido en él. Se comentará, se interpretará, se pedirán explicaciones, se escribirá el libro del libro, hasta el infinito.
Pero hay otra manera: considerar un libro como una máquina asignificante cuyo único problema es si funciona y cómo funciona, ¿cómo funciona para tí? Si no funciona, si no tiene ningún efecto, prueba a escoger otro libro. Esta otra lectura lo es en intensidad: algo pasa o no pasa. No hay nada que explicar, nada que interpretar, nada que comprender.
Es una especie de conexión eléctrica. [...] Esta otra manera de leer se opone a la precedente porque relaciona directamente el libro con el Afuera.
Un libro es un pequeño engranaje de una maquinaria exterior mucho más compleja.
Esta manera de leer en intensidad, en relación con el Afuera, flujo contra flujo, máquina con máquina, experimentación, acontecimientos para cada cual que nada tienen que ver con un libro, al que hacen pedazos, que lo hacen funcionar con otras cosas, con cualquier cosa… ésta es una lectura amorosa.[...]
Gilles Deleuze - Conversaciones
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