“La primera vez que leí a Céline, me fui a la cama con una caja grande de galletitas Ritz.
Empecé a leerle y me comía una galletita Ritz, me reía, me comía una Ritz, leía.
Leí la novela entera de un tirón y me terminé la caja de galletitas. Y me levanté y tomé agua.
Tendrías que haberme visto. No me podía mover. Eso es lo que un buen escritor te puede hacer. Casi te puede matar. Un mal escritor puede hacerlo, también”.
Tendrías que haberme visto. No me podía mover. Eso es lo que un buen escritor te puede hacer. Casi te puede matar. Un mal escritor puede hacerlo, también”.
(Años más tarde, Bukowski convirtió a Céline en protagonista de su última novela, Pulp, una parodia de las novelas policiales estilo Chandler/Hammet en la que un detective fracasado y borracho tiene que encontrar al franchute chalado por encargo de la Señora Muerte, tremenda señora, debido a que, de alguna manera, el tipo se las ha apañado para escapar del frío final de la noche.)
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