viernes, 10 de septiembre de 2010

EL LATIDO

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                                                                                                        Jan van Raay

En el fondo de ese amor, bajo la vasta tienda de ese amor, mientras él hablaba de su infancia recobraba, también, la inocencia, una inocencia mucho mayor que la primera pues no brotaba de la ignorancia, del temor, o de la neutralidad de la experiencia, sino que nacía como un oro puro y refinado, producto de muchas pruebas y selecciones, del rechazo voluntario de las heces; nacía, tras múltiples profanaciones, del valor que emanaba de capas del ser mucho más profundas, inaccesibles a la juventud.
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Sólo el latido al unísono del sexo y del corazón puede crear el éxtasis.
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Vergüenza es la mentira que dices cuando hablas de ti mismo.
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La carne contra la carne produce un perfume, pero el roce de las palabras no engendra sino sufrimiento y división.
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No puedes salvar a las personas, sólo puedes amarlas.
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Yo, con un instinto profundo, elijo un hombre que provoca mi fuerza, que ejerce demandas enormes sobre mí, que no duda de mi coraje ni mi rudeza, que tiene el coraje de tratarme como a una mujer.
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Anaïs Nin
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       fotografías por Jan van Raay

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