©Lew Robertson
Toda escritura está construída a partir de resistencias. No existe más que allí donde hay resistencias, en el mejor y en el peor sentido de la palabra, donde "resistencia" puede significar también represión. Contengo y confino con el mismo gesto que libera.
Puedo entonces liberar fuerzas de escritura inauditas o inéditas, pero incluso esa liberación no es posible más que allí donde estamos construyendo diques, estamos construyendo resistencias, estructuras que van a proteger la posibilidad de la transgresión.
En el mismo momento en el que hacemos saltar un límite, hacemos saltar una barrera, en ese momento hay otra cosa que está construyéndose. Leer es descifrar eso.
Descifrar en las escrituras más inventivas, en los acontecimientos de escritura más imprevisibles, leer es descifrar el cálculo de una protección de sí.
No es necesario que el yo sepa lo que calcula. El inconsciente calcula. El Ello calcula. La escritura calcula.
Yo, a pesar de que he escrito y publicado mucho, no logro todavía defenderme de una suerte de juicio de decir ¿Por qué escribes? Parece que pensaras que lo que escribes es interesante.
Lo llevas al editor, lo escribiste, entonces crees que las frases que elaboras son interesantes, lo que de alguna manera es absolutamente obsceno.
El hecho de escribir es injustificable desde ese punto de vista.
Entonces uno pide perdón, como alguien que se desnuda y dice: "aquí está, miren" y, naturalmente, pide de inmediato perdón, "perdónenme de hacerme el interesante"; entonces, a partir del momento en que escribo, pido disculpas al otro, e incluso del destinatario o destinataria, por la falta de pudor que hay en el hecho de escribir. Esa es la primera razón para pedir perdón.
Pero otra razón, de cierta manera estructural, fundamental, que me inquieta y preocupa siempre, y que depende de la estructura de la marca y del lenguaje: cuando dejo una huella, borro la singularidad del destinatario. Aunque deje una palabra secreta, escrita en secreto, diciéndole a alguien: "te amo, a ti, únicamente", yo sé que cuando eso esté escrito, y formulado en un idioma, y por lo tanto legible, cuando la huella sea descifrable, perderá la unicidad del destinatario, de la destinataria.
Cuando escribo, niego de alguna manera, o lastimo, la identidad o la unicidad del destinatario.
Ya no me dirijo a tal o cual persona, sino a cualquiera. La escritura es una traición. Y entonces, dado que traiciono al escribir, no puedo dejar de estar pidiendo perdón por el perjuicio en que consiste escribir, en que consiste firmar.
fragmento tomado de la película de Safaa Fathy:
4 comentarios:
Muy interesantes las páginas dedicadas a la escritura! Muchas gracias!
Nunca he leído nada sobre el efecto terapeútico de la escritura. Así, dicho de esa manera; espero poder leer algún día algo de tu Tesis de Maestría. El tema me parece espléndido.
Un abrazo.
Tengo ya una tesis con mi investigación en un neuropsiquiátrico, no editada, con muchas correcciones por hacer. Te envío alguno de los artículos más breves si te interesa. Ahora estoy investigando otros grupos.
Muchas gracias. Yo estuve en el hospital Borda hace muchos años en un congreso de Psicodrama, en la década de los setenta. Conozco "el paño". Mi experiencia con grupos es con Psicodrama.
Luego te consultaré si puedo publicar algo de esos "pequeños" artículos en mi blog.
scanade@yahoo.es
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