©Kvéta Válová
Toda vida es, evidentemente, un proceso de demolición. Pero los golpes que llevan a cabo la parte dramática de la tarea - los grandes golpes repentinos que vienen, o que parecen venir de fuera - , los que uno recuerda y que le hacen echar la culpa a las cosas, esos de los cuales, en momentos de debilidad, uno les habla a los amigos, hacen patentes sus efectos de inmediato.
Hay otro tipo de golpes que vienen de dentro, que uno no nota hasta que es demasiado tarde para hacer algo con respecto a ellos, hasta que se da cuenta de modo definitivo de que, en cierto sentido, ya nunca volverá a ser un hombre sano.
El primer tipo de demolición parece producirse con rapidez; el segundo tipo se produce casi sin advertirlo aunque de hecho se percibe de repente
F.S. Fitzgerald - El crack-up
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