óleo de Paulis Postazs - la cometa- 2008
Se puede envidiar a otro por lo que es en sí; características personales, físicas (belleza, fuerza), inteligencia, capacidades, etc, o se puede envidiar las posesiones que otro tiene. O las dos cosas. También hay quien quiere despertar envidia ajena haciendo alardes con cosas (objetos) que en el fondo no le interesan ni desea.
Cuando se envidia lo que otro tiene se está en la frontera entre la envidia y los celos. La envidia se da en el seno de una díada. Entre dos personas. Se lo envidia al otro. Cuando aparecen los objetos es como si apareciera un tercero, aquí se puede estar envidiando el deseo del otro o lo que posee. La diferencia con los celos quizás radique en el cuidado del objeto. En los celos hay un dolor producido por la dificultad de no tener el amor que otro tiene y en la envidia es la rabia que se produce por el amor que el otro es capaz de sentir. Estaríamos dentro de los celos cuando queremos algo simplemente porque otro también lo quiere. La moda por ejemplo. Uno quiere ser "igual"
Otra faceta de la envidia es el monto de destructividad que conlleva, no se ve cuidado alguno por el objeto de la misma. Un buen ejemplo es el juicio del rey Salomón: la forma de descubrir cuál de las dos mujeres es la madre del niño es ver cuál de las dos cuida la integridad del "objeto", la falsa madre había robado el niño no por que lo amase, sino para hacer sufrir a la verdadera. No le importa que se lo parta por la mitad. Parece un triángulo (dos mujeres y un niño), pero se trata de una díada (dos mujeres) dentro de la cual anidó la envidia . El triángulo está formado por las dos mujeres y el rey Salomón.
Se suelen tratar como equivalentes muchas veces los celos y la envidia, por ejemplo buscando imágenes de envidia en Google aparecen imágenes de triángulos amorosos donde hay un "tercero excluído" o sea que son imágenes de celos. Los celos implican mucha más madurez emocional y afectiva que la envidia, aunque se debe reconocer que los celos aparecen gracias a que anteriormente hubo envidia de la cual se tomó conciencia y esto produjo un dolor que orientó a un crecimiento afectivo.
Jugando con el cuadro de Paulis Postazs que ilustra este post se podría decir que el niño que extiende los brazos quiere la cometa para él, para jugar con ella. Si lo consigue la cuidaría para disfrutar con su vuelo. Habría envidia si quisiera romperla para hacer rabiar al otro niño. A su vez el niño que tiene la cometa puede evitar que el otro la obtenga porque la valora mucho y ve que el otro la puede dañar, o a lo mejor simplemente el disfrute que obtiene es ver la rabia que le puede producir en el otro y la cometa sería algo secundario.
La envidia es más "invisible" que los celos, aparece de repente en el ataque al otro. "De repente se puso así". Los celos "se ven venir".
Sergio Canadé - febrero 2010 - Santa Cruz de Tenerife
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