viernes, 1 de julio de 2011

LA COUPOLE, ANAÏS NIN Y ANTONIN ARTAUD






2 de Agosto de 1933

Como si el amor por mi padre me hubiera dado el coraje para vivir mi vida sin miedos. Nadie volverá a sufrir a causa de lo que Artaud llama mis “oscilaciones tenebrosas”. No habrá más excusas ni justificaciones. Si a los ojos de cierta gente soy perversa o monstruosa, tanto da.

Sólo me importa mi propio juicio. Soy lo que soy.


...Ahora Artaud ha lanzado su anatema (la furia de un monje castrado) y me ha declarado un ser peligroso y maléfico… ¿qué pasa?

Me acusó de vivir “literariamente”, de llevar una vida romántica.

¿Qué tiene de malo vivir literariamente, si es mejor que la realidad?


A medida que aumentan nuestras fuerzas, nos volvemos más malignos. El débil sufre. Me parece que experimenté cierto placer al torturar a Artaud. Fui irónica y devolví los golpes. No permití que me acusaran.

 Anaïs Nin
En “Incesto: diario no expurgado” 1932-1934



8 de Junio de 1933 (A)


Hugh se va de prisa a Londres, Henry viene a Louveciennes. Dejo a Henry para ver a Artaud, que me recibe con cara atormentada:


-Soy clarividente. Veo que no hablabas en serio el otro día. Inmediatamente después de nuestra conversación en el jardín, te volviste fría y distante; tu rostro se volvió impenetrable. Escapabas al roce de mi mano. Huías. Ah, eres peligrosa, siempre lo supe…


-Pero no se trataba de amor humano.

-¡Pero somos seres humanos! ¡Es monstruoso lo que esperas de un hombre!


Sabía que Artaud era un loco enfermo y atormentado, sentía interés por él, pero no un interés humano; y él, tan morboso e inestable, quería el trofeo que , sabía, reclamaban Allende, Henry y Eduardo, y lo quería todo para sí… no sé porque. Sentados en La Coupole, nos besamos y traté de demostrarle que era sincera, que era un ser dividido, que eso no era un juego sino una tragedia… porque no podía amar imaginativamente y a la vez humanamente. Y poco a poco la historia de mi “locura”, tan semejante a la suya, lo conmovió… Porque los seres humanos le parecen espectrales y él teme la vida, duda de ella. Dice que lo fascinaban mis deslizamientos, mi lucidez, mi vitalidad… que era la serpiente emplumada… víbora y ave…

Anaïs Nin
en “Incesto: diario no expurgado” 1932-1934



.Sé que me veo arrastrada a esta impasse una y otra vez, y que enfrento el mismo desenlace, la posesión física.; y que no me interesa la posesión física sino el juego, como le sucede a don Juan, el juego de la seducción, de enloquecer al otro, de poseer a los hombres, no solo físicamente sino también sus almas; soy más absorbente que las putas

[...]

Juego con el sexo, pero también con las almas, las imaginaciones. Una puta es una puta honrada. Yo seduzco los cuerpos y las almas de los hombres, juego con cosas serias, sagradas. Como dijo Henry, amo el sacrilegio. Soy una nueva clase de hechicera. Los hombres de vida seria, profunda, los que no caen en las redes de las putas, los hombres menos sometidos a la voluntad femenina: he ahí los hombres que poseo. Soy un veneno que no se limita a atacar la carne, sino que penetra hasta fuentes más profundas.

Anaïs Nin
En “Incesto: diario no expurgado” 1932-1934



[...]

Vi a Artaud apresado por la sacerdotisa inca, por la serpiente emplumada, por las plumas y la fluidez, la astucia y la ternura.

-Tan frágil y suave –dijo. Y me miro con ojos absolutamente trastornados. Absolutamente trastornados.

-La gente cree que estoy loco –añadió.

En ese momento sus ojos me dijeron que efectivamente lo estaba, y amé esa locura. Al mirar los bordes ennegrecidos por el láudano, una boca que no quería besar…, y supe que otra vez me atraía la muerte, siempre me atraía la muerte, hasta el fin, las culminaciones, las locuras. Ser besada por Artaud era ser envenenada; conocía esos estremecimientos de una vida espectral y me sorprendía que Artaud me considerara tibia y carnal…

-No esperaba encontrar mi locura en ti –declaró.

Hablaba como un poeta y yo reía al pensar en mi avidez de poesía. ¿Estaba ahí con Artaud porque vertía poesía; porque creía en la magia; porque se identificaba con Heligábalo, el emperador romano demente; porque su teatro, sus obras y su ser estaban entrelazados; porque en el taxi hablaba como Hamlet y se apartaba el pelo de la cara aterradoramente mojada y demacrada? Ha atrapado mi imaginación. La domina; camina, habla, lee, evoca momias, decadencia romana, drogas, locura, muerte. Y yo trataba nuevamente de entrar en una experiencia, atravesarla sin entregar mi yo, y era cada vez más difícil… penetro con cautela en las regiones fantásticas de Artaud, y él también pone sus manazas torpes sobre mí, sobre mi cuerpo y, como la mandrágora al roce de la mano humana, doy alaridos.

Anaïs Nin
En “Incesto: diario no expurgado” 1932-1934




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“Artaud… la cara de mis alucinaciones. Los ojos alucinados. Los rasgos angulosos, tallados por el dolor. El hombre soñador, diabólico e inocente, frágil, nervioso, potente… Realmente es un hombre alucinado y alucinante… es un decadente quebrantado y tembloroso, otro “decadente entusiasta”… opio, quizá. Sus ojos trascienden lo que miran. La cara demacrada, la malicia, la pasión, la violencia.”

Anaïs Nin, 12 de Marzo de 1933.
En “Incesto: diario no expurgado” 1932-1934

                                                         fotos Pierre Jahan - col.RogerViollet-París

Las fotografías de Antonin Artaud son de Man Ray
Fotografía superior de Anaïs Nin es propiedad de Edmund Wilson
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