viernes, 26 de marzo de 2010

EL DOLOR SIN NOMBRE

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.Un hijo muere. ¿Cómo se le llama a esa madre, a ese padre que lo sobrevive?. No hay palabra. Están las palabras viudo y huérfano para nombrar a los sobrevivientes. Pero en este caso no la hay. Si no hay palabra, no se puede pensar. Se trata de una muerte impensada, ya que no se la puede nombrar. Este problema también se ve en lo tardío que aparece este tema en las teorías psicoanalíticas, es habitual encontrarse en la bibliografía con el tema del "padre muerto", la "madre muerta". El hijo muerto casi ni se lo nombra.
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La función del duelo sería la de subjetivar el dolor producido por la pérdida, al ir poniéndole palabras a ese dolor que no se puede eludir. Si no hay palabras, el duelo es más difícil de llevar a cabo.
Se trata de una muerte, de un agujero en lo real y donde el enlutado sabe que su vida ya no será la misma y que tampoco él será el mismo. El hijo que ha muerto es insustituible, no puede haber otro que pueda reemplazarlo. Si se quiere reemplazar al hijo muerto con otro hijo esto puede acarrear problemas en las siguientes generaciones ( ejemplos de "reemplazantes": Elvis Presley, Van Gogh, Peters Sellers, etc). Es un duelo casi inabordable, aquí tratar de diferenciar entre duelo normal y duelo patológico podría ser una tontería, ya que es un duelo en algunos aspectos imposible.
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Se trata de un tiempo que no se vivió. No hay huellas como las que dejan un padre o una madre, a las cuales recurrir. También hay que enfrentarse a lo que no existe, es como un agujero en el futuro. Estamos cerca de la locura, ya que la locura como dice W.Bion es un "terror sin nombre".
Es el duelo por las huellas no escritas. Si la muerte es inesperada (por ejemplo un accidente, un asesinato) es inevitable que sea traumática, no solo dolorosa, sino también dañina. Es el horror por la no realización de una vida.
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La vida del que queda está desgarrada. Llevará más tiempo que otros duelos, ya que hay que aceptar que ya no se es padre o madre, hay que aceptar entre otras cosas que cae el proyecto de futuro que implica la continuidad generacional y los afectos que ello implica. Es un lugar donde es casi imposible la esperanza entre los accesos de dolor.
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Sergio Canadé. Santa Cruz Tenerife. Viernes de Dolores 2010
imagen: Miguel Angel Buonarroti - Piedad - Vaticano - siglo XV

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