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Corazones encontrados en la tumba de Marguerite Duras paseando con Sofía |
Él ya no está aquí para felicitarle, para hacerle un regalo. Le gustaba mucho dar y recibir obsequios, abrir los paquetes. Podemos hacer algo para remediar su ausencia, este blog, su blog puede convertirse en receptor de unas fotos... unas cartas... unas frases.
El título de esta entrada es de Esteban, hijo de Sergio: "Un abrazo fuerte en este día especial".
Sigue un regalo de Sofía, ella lo recuerda y desea verlo de nuevo, juega a juegos que él le enseñó y a otros que se inventa y que a Sergio le hubiesen gustado.
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Sofía gusta de colocar sus juguetes en hilera. qué belleza |
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Flamboyan de la calle de La Luna a día de hoy |
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Sergio con Flamboyan del puente Zurita 4-7-2014 |
A continuación el regalo de la hermana de Sergio, Elena Canadé y de la sobrina Paula:
" Ante el misterio de la muerte las palabras pierden los significados. La muerte esta fuera de lo conocido siendo tan conocida. Mas allá del pensamiento....no lo sé. Seguirá activa la conciencia?"
Por sugerencia mía Paula,el domingo realizó una pintura sobre el tema.
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Dibujo de Paula Suérez Canadé |
Sergio, fue el disparador, pero pintó al padre(barba) y la muerte la representó en forma muy sutil con un color. Cuando terminó dijo "si estuvieran vivos".
Dónde estás Sergio?.....Aquí queda tu obra::..tus luchas... tus luces y tus sombras..., tu tanto hacer... tu tanto amar... tu tanto,saber.
ADIÓS Elena y Paula
Carta de Margarita López
Ha muerto mi amigo Sergio: Un Psicólogo, un Maestro, un Creador,
pero por encima de todo una persona amante de la vida que luchó por la dignidad de
las personas y la libertad.
Lo conocí hace muchos años, justo llegaba a Barcelona
huyendo de la dictadura de su país en manos de un sanguinario dictador, Rafael
Videla, trucando una brillante carrera y teniendo que empezar de cero en el
pueblecito de San Cugat una hermosa Villa cercana a la ciudad de Barcelona.
Tuve la suerte de ser de las primeras personas que conoció e
inmediatamente me convertí en su alumna, aprendiendo con él la fantástica terapia del Psicodrama siendo
pionero de esta formación en Cataluña. Tuvimos un intercambio de energías que nos convirtió en grandes amigos para
siempre. Y allí donde estuvo siempre hubo un lugar para mí.
Pasamos juntos muchas alegrías y también muchas tristezas
como fue la muerte de Ruth Tarquini su primera esposa también muy querida por
mí, y una gran psicóloga como él.
Con el tiempo la vida hizo que llegaran a esta hermosa Isla
de Tenerife, que les robó el corazón, fijando su residencia en este bello lugar para siempre. Y en esta
hermosa Isla Sergio conoció a su segundo gran amor la encantadora pintora Loli
Iñiguez que ha compartido su vida cerca de veinte años, dándole su ternura, su
cariño y como no la explosión de belleza que plasma en sus cuadros. Mi querida Loli, se
cuanto lo querías y la tristeza que su partida ha significado para ti.
Querido Sergio allí donde tu estés se que velarás por esta
gran mujer, gracias a ti también hace veinte años que la llevo en mi
corazón y que sabe que mi casa siempre será su casa, igual que la suya fue
siempre la mía.
Inolvidable amigo espero que hayas encontrado tanta luz como
la que has dejado a todas las personas que compartieron tu vida y tus
conocimientos.
Descansa en Paz amigo mío.
Este es el tiempo de llorar por el
nacimiento de una flor,
ni un impedimento para morir junto al jazmín del cabo.
Sus pétalos orillados por ti y por Loli.
Lejos
en la calle improbable, ahí justo dondequiera rezan.
¡Lleno eres del asombro!
Margarita
Carta de Lourdes Pérez
Querido Sergio,
No me puedo
creer que ya no estés. Si hubieras visto cómo lloraba Sofía al notar tu
ausencia, no habrías podido irte…
En los últimos
años me explicaste muchas cosas sobre el desarrollo de los niños, siempre
discreto y respetuoso me decías “te lo cuento ahora que me acuerdo por si
cuando llegue el momento ya no estoy…” En contra de lo pronosticado viviste
para compartir muchos de esos momentos, y daba gusto verte mirar a Sofía con
esa mezcla de amor y orgullo que hay en la mirada de los abuelos.
De lo que nunca
hablamos fue de cómo explicar la muerte a un niño, y ahora que ya no te puedo
preguntar nada me las tengo que arreglar sola, y siento que voy a trompicones…
Le dije a Sofía que te tuviste que ir lejos, y ella, tan sabia como es, me preguntó
si te habías ido para curarte… le contesté que sí, en parte porque lo creo y en
parte porque no quiero que dude de lo mucho que la querías. Ella no se resigna a
perderte y cada día coge un teléfono y te llama “Hola Seco!.... Bien y tú?” y
luego me lo cuenta todo… o casi todo.
Contra la
injusticia de esta pérdida me consuelo pensando lo que ganamos al conocerte y
tener el privilegio de compartir estos años contigo. Como Sofía, yo también me
imagino contándote mil cosas, y me imagino tus respuestas o tus risas, o me
sorprendo diciendo un “como diría Sergio…” Y así sigues presente, y Sofía no te
olvidará, y este bebé que no tendrá la suerte de conocerte, sabrá que tenía un
superabuelo.
Lourdes 1 de
mayo de 2015
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Sergio con Sofía en El Palmar. 18 de agosto de 2014 |
Carta de Víctor Hugo Pérez
Sergio era ante todo una persona buena. Una persona buena y
una buena persona. Los que tuvimos la suerte de conocerlo podemos dar fe de
ello, y sentirnos felices de haber compartido pedacitos de vida junto a él. De
haber aprendido de sus enseñanzas, o simplemente una charla, un café o una
velada a su lado.
Era una persona que destilaba paz, tranquilidad, sosiego y
que no dejaba a nadie indiferente. Con sus muchas manías y rarezas que lo
hacían singular y único, también se hacía querer por quienes lo trataban.
Sergio... espero que estés viéndonos y escuchándonos desde
algún lugar, y seguro que desde allí, te sentirás feliz y sonreirás con esa
sonrisa del niño pequeño que acaba de hacer una travesura.
Te portaste muy bien con nosotros siempre, cuando se fue mi
abuela, también conmigo cuando lo necesité, sabías escuchar, ser discreto, no
decir una palabra inapropiada, y generabas confianza.
También este verano, cuando me fastidié la pierna y me tuve
que quedar con ustedes, fueron muchos los días en que te levantabas para
llevarme el desayuno, incombustible a pesar de la enfermedad y los
padecimientos.
En Navidad nunca faltó tu regalo para mi, mi colonia, un
clásico, que te preocupabas en buscar y comprar con antelación para que no se
agotase... un detalle como tantos que tenías. Incluso este año, cuando ya casi
no podías salir de casa, te ocupaste de que todos tuviésemos nuestro detallito
para esa fecha tan especial... y nosotros, tu familia, también intentamos
hacerte sentir unas felices fiestas, sabiendo que seguramente iban a ser las
últimas que podríamos disfrutar a tu lado.
Maldita enfermedad que te fue consumiendo. Y bendita tu
fuerza de voluntad, que te permitió viajar, reír, disfrutar, ver crecer a tu
nieta, verla gatear, verla caminar, escucharla hablar y cómo te bautizó como
Seko, que así es como te llamaba y te sigue llamando Sofía.
Las fuerzas te abandonaban poco a poco, pero no las ganas de
vivir. Los largos paseos se fueron acortando, las largas veladas frente a la
tele cada vez eran más breves... el cansancio aumentaba, también las horas en
la cama... pero ahí estabas, siempre, para todo, con esa luz que nos iluminaba.
Hiciste feliz a mi madre, que es lo que más quiero en este
mundo, y sólo por eso ya te debo estar eternamente agradecido. Compartieron
muchos momentos bellos, lindos, inolvidables, que quedarán para siempre en el
recuerdo de los dos... esos viajes a París o esas vacaciones en el sur... y
miles de cosas que son de ustedes.
Qué bonita la boda, qué felices estaban, y qué felices fueron
antes, durante y después de ese momento sin duda especial.
Fue un regalo seguir disfrutando de ti después de tus
infartos, y fue otro regalo el tenerte más de un año extra con nosotros en
contra de lo que decía la ciencia. Tenías más vidas que un gato, como la
Copito, que ahora estará contenta encima de ti y sin despegarse ni un segundo,
como hacía en casa...