miércoles, 13 de noviembre de 2013

DERRIDA, LA MUERTE Y LOS RECUERDOS

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                                                                                                          ©psykzz

                                                                              
Mi deseo más tenaz sería recomenzar, revivir todo, lo malo y lo bueno, eso que hoy sé que fue malo: el sufrimiento. Una vez ocurrido, es la posibilidad de esta sublimación, de esta transformación, de esta alquimia que hace que el recuerdo de un sufrimiento, se vuelva un buen recuerdo. Entonces tendría ganas de repetirlo.
Y eso es la sombra de la muerte, el miedo, la angustia y la tristeza de la muerte que viene: que me gustaría recomenzar, y recomenzar, y recomenzar, las mismas cosas, sin siquiera inventar cosas nuevas. Revivir lo que viví.
 
Ahí donde se detiene la bendición. He aquí el matiz, la precisión que me gustaría aportar: es que cuando algo del pasado, bueno o malo, que fue bueno o que fue malo en el pasado, continúa hoy o continuará mañana a dar frutos o resultados negativos, cuando lo negativo continúa proliferando, e incluso sobreviviéndome, en ese momento, ya no, eso quiero recomenzar.
Entonces, cuando el mal tiene un futuro, cuando el mal pasado tiene un futuro, si puedo decirlo así, en ese momento no puedo decir que maldiga, pero ya no bendigo.
 
Lo que es trágico en la existencia, y no solo en la mía, es que la significación de lo que vivimos, y que cuando la vida es larga implica muchas cosas, la significación de lo que hemos vivido no se determina más que a último momento, es decir, en el momento de la muerte.
Hasta último momento puede ocurrir que lo que viví o creí vivir como algo bello, bueno, noble, y que por lo tanto implica este deseo de repetir, que algo venga a mostrarme que eso fue malo, que había ahí una mentira, una falta, el germen de una catástrofe. Y entonces, en el último segundo descubro algo que corroe o pervierte toda la memoria feliz que conservo.
 
Me gustaría anunciarme a mí, a mi madre, que desde siempre ya no me escucha, lo que hay que saber antes de morir, es decir que no solo yo no conozco a nadie, no encontré a nadie, no tuve noticias en la historia de la humanidad de nadie,... espera, espera, nadie que haya sido más feliz que yo, y afortunado, eufórico, es verdad a priori, ¿no?, ebrio de goce ininterrumpido, pero que además yo permaneceré como el contraejemplo de mí mismo, también constantemente triste, privado, destituido, decepcionado, impaciente celoso,, desesperado, y si de hecho ambas certezas no se excluyen, entonces ignoro arriesgar la más mínima frase sin dejarla caer por tierra, en silencio, por tierra su léxico, por tierra su gramática y su geología, como decir otra cosa que un interés tan apasionado por esta cosa, el idioma, la literatura, la filosofía, otra cosa que la imposibilidad de decir todavía, como lo hago aquí, "yo, yo firmo"
 
 
 
último fragmento de la película de Safaa Fathy: 
D'ailleurs Derrida
 
                                 ©Sergio Canadé - Jacques Derrida - Ps
 
 

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