viernes, 28 de junio de 2013

PRISIONEROS DEL FUTURO ( 60 )

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Oliverio Girondo a los dos años - 1892

 PEDESTRE

En el fondo de la calle, un edificio público aspira el mal olor de la ciudad.
 
Las sombras se quiebran el espinazo en los umbrales, se acuestan para fornicar en la vereda.
 
Con un brazo prendido a la pared, un farol apagado tiene la visión convexa de la gente que pasa en automóvil.
 
Las miradas de los transeúntes ensucian las cosas que se exhiben en los escaparates, adelgazan las piernas que cuelgan bajo las capotas de las victorias.
 
Junto al cordón de la vereda un quiosco acaba de tragarse una mujer.
 
Pasa: una inglesa idéntica a un farol. Un tranvía que es un colegio sobre ruedas. Un perro fracasado, con ojos de prostituta que nos da vergüenza mirarlo y dejarlo pasar.
 
De repente: el vigilante de la esquina detiene de un golpe de batuta todos los estremecimientos de la ciudad, para que se oiga en un solo susurro, el susurro de todos los senos al rozarse.
 


                                                                                                   ©Saul Leiter 
 
 
 APUNTE CALLEJERO

En la terraza de un café hay una familia gris. Pasan unos senos bizcos buscando una sonrisa sobre las mesas. El ruido de los automóviles destiñe las hojas de los árboles. En un quinto piso, alguien se crucifica al abrir de par en par una ventana. 
 
Pienso en donde guardaré los quioscos, los faroles, los transeúntes, que se me entran por las pupilas. Me siento tan lleno que tengo miedo de estallar...Necesitaría dejar algún lastre sobre la vereda...


Al llegar a una esquina, mi sombra se separa de mí, y de pronto, se arroja entre las ruedas de un tranvía.



 


 
Oliverio Girondo
Veinte poemas para ser leídos en el tranvía
Buenos Aires, agosto, 1920                                                                                       

 

 ©Oliverio Girondo - ilustración para el poema Paisaje Bretón del mismo libro
 

Oliverio Girondo es muy conocido por el texto siguiente:

"No sé, me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible- no les perdono, bajo ningún concepto, que no sepan volar."

recitado en la película "El Lado Oscuro del Corazón"
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