miércoles, 8 de mayo de 2013

HENRY MILLER EN BICICLETA

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                                                             ©Peter Gowland - Henry Miller
 
 
 
"De lo poco que leí saqué la conclusión de que los hombres que más se empapaban en la vida, que la moldeaban, que eran la propia vida, comían poco, dormían poco, poseían pocos bienes, si es que poseían alguno. No mantenían ilusiones en cuestiones de deber, de procreación, en los limitados fines de perpetuar la familia o defender el Estado...El mundo de los fantasmas es aquél que no hemos acabado de conquistar. Es un mundo del pasado y no del futuro. Quien va hacia adelante aferrado al pasado, arrastra consigo las cadenas del presidiario"  
 
 (Sexus)
 
 
                                                 ©Peter Gowland - Henry Miller
 
En la novela de Henry Miller, Mi bicicleta y otros amigos, en la que el escritor narra la relación que tuvo desde niño con las bicis en general y con una en particular a la que describió como “la única y verdadera amistad”. En este libro relata que cuidaba de ella como si fuera un Rolls Royce:
“Si necesitaba reparación, siempre la llevaba al mismo taller en la Avenida Myrtle, donde atendía un negro llamado Ed Perry. Trataba mi bicicleta con guantes y siempre revisaba que las dos ruedas estuvieran alineadas. Con frecuencia me hacía composturas sin cobrarme, porque, como decía, nunca había conocido a un hombre tan enamorado de su bicicleta como yo”.



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