domingo, 11 de abril de 2010

UNA REVELACION (DOS)

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............Léon Bloy nos dice en el post anterior (y en muchos otros) que el dolor entra en el pobre corazon a fin de que se "abran" nuevos lugares, y que esta sería la finalidad del dolor; no en vano Albert Béguin le llama a Bloy el "místico del dolor."
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Lo que me gustaría agregar es que ese dolor que "entra" no debe tener una intensidad que sobrepase la capacidad de contenerlo y de tolerar que tenga el dueño de ese corazón. Si rebasa esa capacidad lo que puede pasar es que el dolor desestructure a la persona. Un desborde de ansiedad.
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Otro aspecto a tener en cuenta bastante importante es que aparte de la intensidad o cantidad de dolor, de angustia, es que haya una parte sana, fuerte, que pueda estar en contacto con ese dolor en estado de Fe (W.Bion). Que esa mente haya estado sembrada con Ternura. Entendiendo aquí ternura como una enegía portadora de vida posibilitadora de la creación. Energía que se incorpora en primer lugar a través de la función materna que es ese deseo rotundo, definitivo, de que el niño viva, que esté sano. Sin dudar. Esto sienta las bases de esa parte de la mente que podrá enfrentarse al dolor y transformarlo haciendo aparecer otros lugares en el corazon (por supuesto lugares intangibles).
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Esta idea de Bloy es del siglo XIX y en el XX hay toda una corriente psicoanalítica que da mucha importancia a los procesos de simbolización que sólo pueden surgir ante la percepción de lo que no tenemos y que nos produce dolor. Aquí los nuevos lugares son lugares simbólicos que nos ayudan a crecer afectivamente a partir del "dolor". Son las reestructuraciones y los crecimientos afectivos que suceden a muchos estados de crisis. Mediando simbolizaciones de ese dolor (función paterna)
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A veces es bueno que alguien de afuera ayude con su Fe.
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Sergio Canadé - Santa Cruz de Tenerife - abril 2010.
imagen a partir de una fotografía de W.Bion durante un seminario en Londres

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