martes, 19 de enero de 2010

EL CENTAURO. UN ALMA

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........En el nivel existencial, usted ya no se halla completamente anclado en el dominio de lo personal, lo personal ha comenzado a perder su sentido y a revelarse absurdo, pero tampoco se ha adentrado todavía en las dimensiones transpersonales de la existencia. ¿Qué motivos hay, a fin de cuentas para sonreir? ¿Qué sentido tiene lo personal si uno está abocado a la muerte? ¿Para qué, pues, vivir en esas circunstancias?
Esta preocupación por el sentido y por la falta de sentido tal vez sea el rasgo central característico de las patologías de este nivel.
.......Pero el hecho es que, el centauro constituye un yo integrado y autónomo y, en consecuencia, debería ser un estado feliz, pleno y gozoso y el sujeto debería estar continuamente sonriendo. Pero no es eso lo que ocurre sino que constituye un yo profundamente desdichado. Es integrado y autónomo...pero también miserable. La angustia constituye el único referente de la autenticidad.
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Ha probado ya todo lo que el dominio de lo personal puede ofrecerle y no le resulta satisfactorio. El mundo ha comenzado a devenir insubstancial y ninguna experiencia merece ya la pena. No se trata, por lo tanto, de que uno no haya conseguido alcanzar esas gratificaciones sino que, al contrario, las ha logrado todas, las ha experimentado todas y todas las ha descubierto igualmente decepcionantes.
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Por ese motivo esta alma ha dejado de sonreir, porque es un alma a la que cualquier posible consuelo le sabe amargo. El mundo ha perdido su sentido en el mismo momento en el que el yo alcanzaba sus mayores triunfos. Ha llegado el momento del banquete y el sujeto ha descubierto en él el sonriente y silencioso semblante de la calavera. En su momento de mayor esplendor la fiesta se ha revelado efímera. Las cosas que antiguamente proporcionaban tanto sentido, los deseos y las esperanzas más apasionantes se han desvanecido en el aire, se han evaporado en algún momento de la larga y solitaria noche. ¿A quién podré cantar canciones de alegría y exaltación? ¿Quién escuchará mis llamados de auxilio en el silencio aterrador de la oscura noche? ¿Dónde encontraré la fortaleza para soportar los dardos y las flechas que a diario atraviesan mi costado? Y, sobre todo, ¿para qué intentarlo si todo termina convirtiéndose en polvo? ¿Dónde estaré entonces? ¿Qué importa en esas condiciones, luchar o abandonar la lucha si mis objetivos vitales se desangran lentamente hasta la desesperación?.
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Para el alma existencial, todos los deseos han perdido su sentido porque, a fuerza de mirar cara a cara la existencia, ha terminado enfermando, el alma existencial es un alma para la que lo personal se ha convertido en algo completamente insubstancial, un alma, en otras palabras, que se halla en la antesala misma de la dimensión transpersonal.
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Ken Wilber- Breve historia de todas las cosas - del cap.11 - 1996
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pintura: George Underwood - centauro - óleo 2007
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1 comentario:

Rocío González dijo...

Me he quedado sin palabras, solo puedo imaginarlo...
¿Y si en algún momento llego a ese estadio?
Bueno, si asi sucede, ya os contaré.

Cariños
Ro